El 20 de julio de
1810 fue el inicio de unos sucesos determinantes que cambiaron la historia de
lo que hoy conocemos como Colombia.
Nadie
sabía exactamente qué iba a pasar el 20 de julio de 1810, pero se podía
percibir una atmósfera de que algo ocurriría. Fue un viernes, día de mercado y
todo el pueblo caminaba por las calles de Santa Fe.
Según cuentan algunos testigos, los criollos fueron al almacén de
Llorente a pedirle prestada una pieza. Algunos dicen que fue un ramillete,
otros un farol y otros un florero, con el fin de adornar la mesa de Antonio
Villavicencio. Llorente se resiste porque dice que la pieza está maltratada y
en mal estado. Se arma el tumulto y se convoca a un cabildo abierto poniéndose
en sintonía con lo que ocurre en las otras provincias de la Nueva Granada y lo
que ocurre en las otras colonias españolas", cuenta Daniel Castro,
director del Museo de la Independencia, lugar donde ocurrieron los hechos del
20 de julio y donde aún reposa una parte de la pieza que los criollos fueron a
pedir prestada.
Caricatura Florero de Llorente
Poco
antes de las doce del día, como estaba previsto, se presentaron los criollos
ante Llorente y después de hablarle del anunciado banquete a Villavicencio, se
le pidió prestado la pieza para adornar la mesa. Llorente se negó, pero su
negativa no fue dada en términos despectivos o groseros. Se limitó a explicar
diciendo que la había prestado varias veces y ésta se estaba maltratando y por
lo tanto, perdiendo su valor.
Entonces intervino Caldas, quien pasó por frente del almacén y
saludó a Llorente, lo que permitió a don Antonio Morales, como estaba acordado,
tomar la iniciativa y formular duras críticas hacia Llorente. Morales y sus
compañeros comenzaron entonces a gritar que el comerciante español había
respondido con palabras contra Villavicencio y los americanos, afirmación que
Llorente negó categóricamente.
Vídeo del acontecimiento "Florero de Llorente"
Mientras tanto los principales conjurados se dispersaron por la plaza gritando: ¡Están insultando a los americanos! ¡Queremos Junta! ¡Viva el Cabildo! ¡Abajo el mal gobierno! ¡Mueran los bonapartistas! La ira se tomó el sentir del pueblo.
Indios, blancos, patricios, plebeyos, ricos y pobres empezaron a romper a pedradas las vidrieras y a forzar las puertas. El Virrey, las autoridades militares y los españoles, contemplaron atónitos ese súbito y violento despertar de un pueblo al que se habían acostumbrado a menospreciar.
Indios, defendiendo su territorio ante los españoles.